David Garrett en Chile: El violinista del diablo remeció el Caupolicán
Teatro Caupolicán, 22 de noviembre 2017.

Por Nicolás Morán.
Fotografías por Felipe Morales.

Qué hermoso es que algo te remueva y te cale hasta lo más hondo. Qué lindo es sorprenderse con la música, más aún cuando se da la oportunidad de escuchar canciones que se han vuelto clásicas, inmersas en el inconsciente colectivo pero ahora con un toque fresco que logre hacerte sentir como un niño descubriendo el mundo, una vez más. Similar al estilo de 2Cellos, David Garrett toma el riesgo de manipular un instrumento asociado a la música docta, usándolo para deleitarnos con canciones rock y pop.

Sin lugar a dudas, anoche vivimos la experiencia de estar ante un artista de talla mundial, en cuyo caso, sólo queda dejarse maravillar por el talento desplegado en el teatro Caupolicán. El tema radica en que no solamente es talentoso como intérprete, sino que además tiene un manejo de escenario y de público que permitió que, durante las casi 2 horas y media de concierto, la gente cantara, riera y se emocionara. De algún modo, Garrett supo cómo llevar un show redondo, con fuerza , pero sin dejar de lado la sutileza o la cercanía.

Aunque el violín es un instrumento muy melódico, el alemán, que decidió tomar el apellido de su madre para su nombre artístico, con el tema “Furious” le sacó el jugo a lo que llamamos virtuosismo, que es el tocar notas muy rápido y sin fallo, similar a lo que hacía Niccolo Paganini quien, dicho sea de paso, sufría de aracnodactilia, padecimiento en que los dedos son más largos y delgados de lo común y que, sumado a horas de ensayo, le valieron la fama de ser el violinista más famoso de su tiempo dando origen al mito de que había hecho un pacto con el demonio.

Siguiendo en esa línea, el bávaro de 37 años, es el violinista más rápido del mundo desde el 2008, cuando rompió el record Guinness al interpretar “El vuelo del moscardón” de Nikolái Rimski-Kórsakov lo más rápido que pudo, sin fallar y permitiendo que se distinguiera la melodía que interpretaba. En la primera oportunidad, se demoró 66,56 segundos, lo que equivale a unas 13 notas por segundo. La segunda vez lo hizo aún más velozmente, en solo 65,26 segundos.

Siendo este su primer show en Chile, la rompió. Hizo furor en todo ámbito. Al punto de que dos fans subieron al escenario para entregarle unas rosas que él, simpáticamente, aceptó y agradeció.

Su show partió a las 21:05 con el escenario iluminando a los músicos de su banda, los que tocaban a la espera de Garrett quien, en un acto sorpresivo, apareció desde el fondo del teatro, pasando por el pasillo, y empezó a interpretar “This is what it feels like” de Armin Van Buuren. Desde ahí en adelante, fue éxito tras éxito. Tributó a Stevie Wonder con “Superstition”; se lució tocando “Let It Go”, del éxito taquillero que fue la película Frozen; y cautivó a todos los presentes con “Viva la vida” de Coldplay. Todo esto en apenas media hora, en la que tenía a los fans comiendo de su mano.

Uno de los momentos más emotivos de la jornada se dio cuando al final de la primera parte del concierto, interpretó “Purple Rain” de Prince, dedicándole parte de su concierto a la memoria del que fuera uno de los más grandes compositores y productores de soul, funk y new wave de Estados Unidos.

Luego de un receso de 20 minutos, en la segunda parte del show, escuchamos canciones como “Zorba`s Dance”, inspirado en la música tradicional griega; “Fix You” de Colplay, que se repetía el plato esa noche; luego, un fenomenal duelo entre guitarra y violín que dejó boquiabiertos a muchos debido al alto nivel de digitación y precisión que mostraron ambos intérpretes. Así, se veía difícil poder superar lo ya mostrado, pero aún nos hizo vibrar una vez más cuando empezaron a sonar los primeros acordes de “Killing in the name” de Rage Against The Machine, con lo que el público explotó.

Se podría decir que hizo lo que quiso sobre el escenario. Se movió, se bajó para compartir con el público y estar cerca de la gente, pero, por sobre todo, hizo de la música el elemento conector entre nosotros y su lejana patria. Para cerrar el espectáculo, recitó una pequeña estrofa de “Music Was My First Love” de John Miles, de la que podemos rescatar la primera línea: “music was my first love and it will be my last”, que se traduce como: “la música fue mi primer amor y será el último”, pensamiento que le llega a mucha gente y que nos hace reflexionar sobre la importancia de la música en nuestras vidas, más aún, si es que se es músico, pues se vive de ella.

Luego vino el encore, y culminó con “One Moment in Time” de Whitney Houston. Finalmente, el músico se despidió de su público que lo ovacionaba de pie. Y tenían razón. La calidad de Garrett merecía ese amor y esa admiración, puesto que anoche, el violinista del diablo nos llevó a dar una vuelta por el paraíso.

Setlist:
This is what feels like
Dangerous
Superstition
Viva la vida
Let it go
Kashmir
Ghostbusters
Concerto Nº1
Furious
Bittersweet Symphony
Adventure Island
Explosive
Purple rain
Summer
Nah neh nah
Live and let die
You are the inspiration
Zorba’s dance
Loose yourself
Midnight waltz
Odd measures
Fix you
Duel guitar vs violin
Born in USA
Killng in the name
They don’t care about us
Music

Encore:
One moment in time

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