Por Sebastián Allende.

Septiembre del año 1977. James Newell Osterberg, Jr., o mejor conocido en todo el mundo como Iggy Pop, después de terminar la gira de promoción de su debut, The Idiot, se apresta a dar los últimos detalles al que sería su segundo disco solitario, tras finalizar su gran aventura junto a los míticos The Stooges.

Lust For a Life sería el nombre de esta segunda placa, que parte de la mejor forma posible con el tema que le da nombre al álbum. Esta es una canción que exuda rock and roll y por sobre todo actitud. Qué más podemos decir de un tema de esos, que con los años se ha transformado en icónico y parte de la cultura popular al ser “rescatado” el año 1996 en la banda sonora de la película Trainspotting.

En “Sixteen” podemos apreciar una canción que recuerda los años mozos de Iggy junto a The Stooges, ya que el segundo tema del álbum nos trae de vuelta esos colores característicos de los muchachos de Detroit, en donde la crudeza y acidez en el sonido de la guitarra toman la delantera.

“Some Weird Sin” es fácilmente una de las canciones más pegajosas del disco. Gracias a un sonido de guitarra a cargo de Richy Gardiner, en este tema, se puede apreciar cómo la influencia que ejerció durante esos años David Bowie en la iguana, se hacía presente en el sonido más cercano a un pop psicodélico.

Si hablamos de una canción que pueda discutirle el cetro de lo mejor de la carrera de Iggy, deberíamos hablar de “Passenger”. Esta es una de esas canciones que con el tiempo se transforma en himno. La guitarra de Ricky Gardiner (quien además fue el que compuso ese pegajoso ritmo) domina y lleva el compás. Un imperdible que ha sido versionado en innumerables oportunidades.

El quinto tema de este discazo, denominado “Tonight” es parte de una de las canciones en que David Bowie más entregó en la composición musical. Tanto le gustó a Bowie, que posteriormente nos deleitó entregándonos su propia versión, pero hay que ser sincero, la original de Iggy es cruda, rockera y con ese espíritu bohemio que no tiene comparación.

“Turn Blue” es la cruza de Iggy Pop jugando a tocar blues, chillando, gritando y cantando como solo él puede hacerlo: “Oh momma, I shot myself down” repite y repite Iggy en los más de 6 minutos que dura esta canción. En “Success” nos entrega un poco de calma al estilo Iggy Pop. Esta es una de las canciones de donde Josh Homme sacó nota para revivir a la iguana con la producción y posterior gira del gran Post Pop Depression.

“Neighborhood Threat” es un gran tema melódico que posee ciertos toques oscuros y misteriosos. Finaliza esta gran aventura sonora con “Fall in Love with Me”, un gran tema que perfectamente, en los más de 6 minutos que tiene de duración, es el compendio perfecto de todo lo que podemos encontrar en este álbum. Mucha dosis de rock and roll, actitud y acidez.

Grabado en Hansa Studios de Berlín junto a la supervisión de David Bowie (se dice que la forma en que se gestó este álbum fue lo que inspiró a Bowie a grabar Héroes), Lust For a Life, con tan solo 9 temas, nos entrega un coctel de sonidos bestiales, que se transformó con el tiempo y gracias a méritos propios, en un clásico que pone en manifiesto todo el espíritu rebelde de este artista transgresor que rompería moldes y que sentaría las bases para cualquiera que se intente llamar un verdadero rock star.