La crueldad del corazón: Mil preguntas sin respuestas
Anfiteatro Bellas Artes, 24 de enero 2017

Por Nicolás Morán
Fotografías por Leonardo Gonzalez

Me acuesto con una especie de espina que no me deja dormir. Me encuentro en una disyuntiva profesional de tamaño colosal.
Podría ser un posmodernillo y decir que comprendí la sutilidad con la que se trata el tema de la muerte y sus apreciaciones filosóficas y estéticas enmarcadas en la dialéctica literaria de Enrique Lihn. Que profesan entendimiento del devenir, derrochando luz sobre nuestras pobres y oscuras mentes en cada escena. O bien podría ser sincero y decir que realmente no terminé de entender de qué se trataba la obra que vi.

Debo decir que aunque me ha tenido de cabeza desde que salí del Anfiteatro del Bellas Artes, tiene ciertos puntos muy a favor. Partiendo porque la obra está enfocada al teatro butoh. Ahora es cuando muchos se preguntarán: ¿Qué es el butoh? Bueno, es una expresión artística de posguerra que nace durante los años 50, luego del bombardeo de E.E.U.U a Japón durante 1945. Los actores tienden a usar pintura blanca o bien actúan desnudos. No existe una decoración definida, tampoco una vestimenta específica o un guion para seguir al 100% (muchas veces se nutre de la improvisación). De hecho, lo principal es que una danza de movimientos lentos, en las que la idea no es montar una obra lineal. De hecho, creo que no les interesa mostrar una historia, y he ahí la razón por la cual no entendí. Quizás no había nada que entender.

La base de la danza butoh es tocar temas trascendentales de la existencia humana. Voy a citar el libro «Historia del teatro para principiantes», en el cual nos explica que el butoh pretende “No hablar a través del cuerpo, sino que el cuerpo hable por sí solo”. ¿Qué significa eso? Yo no lo sé, y quizás muchos de los que vieron la puesta en escena tampoco lo sabían. Así que vamos aprendiendo juntos.

Como realmente estaba ad portas de una embolia, conversé sobre esto con mi mejor amigo, que es psicólogo, y me dijo que el arte no necesariamente tiene que ser interpretado intelectualmente. Puede ser verdad, tal vez por eso me costó tanto asimilar lo que pasaba. Luego hablé con mi papá. Me comentó, como un gran conocedor del mundo del teatro, que a veces, el propósito del arte no es que sea bonito u ordenado, sino que se trata de que debe hacerte sentir algo, por extraño que parezca. Incluso el rechazo ante la exposición de la muerte como tema, dónde los “muertos» intentan mostrarnos su visión de qué es la intensidad de la existencia desde el otro lado, ya es una sensación. Incluso mi perplejidad es parte de la experiencia butoh. La vida y muerte no están más que a un solo paso de distancia. Exactamente como en el Teatro, donde como espectadores, estamos a un paso del escenario.

En este caso la muerte, la pasión, la soledad y la desolación fueron los pilares sobre los que se sostenía. La obra está inspirada en los poemas de Enrique Lihn. Siendo más precisos, en sus libros «La Pieza Oscura» y «Diario de Muerte», los cuales me parecen buenas fuentes de inspiración.
La puesta en escena era fuerte y enérgica. Los actores estaban en un estado físico envidiable, además la puesta en escena era poderosa y contundente. Estuvo dirigida por Carla Lobos y el elenco lo conformó Karola Lucavechi, Álvaro Pizarro, María Paz Durán y Raúl Salazar.

Desde el punto de vista del contenido, podría separar la presentación en tres: La desesperación, la pasión y, por último, la aceptación.
Al principio pudimos ver el dolor, inexorable en la existencia humana. Luego vimos la pasión por los placeres carnales que nos ofrece la vida. En este punto hubo incluso interacción con el público, cosa que gustó bastante dentro de los asistentes. Y al final, la aceptación. Tanto de la vida como de la muerte.
No creo que deba o pueda entrar más en detalles, porque es una experiencia que se debe vivir. Yo no soy el máximo fan de este estilo de expresión, pero agradezco la oportunidad de aprender y el profesionalismo que se notó en todo momento. Hay mucho talento dentro de esta compañía. Espero verlos en otro tipo de interpretaciones u obras. Pero por sobre todo, me agrada la idea de que alguien derribe mis prejuicios y mis precogniciones sobre un tema del que yo creía conocer.

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