Por Fernanda Pugin.

Luego de ver el anuncio en las redes sociales de la neoyorkina, donde menciona que volverá a Chile para la próxima entrega del Lollapalooza, mi corazón volvió a reclamar música de la intérprete de “Born to Die”. Recuerdo casi perfectamente, cuando el 2011 los videos de “Video Games” y “Blue Jeans” se hicieron virales, sin contar que estos temas se volvieron un must de todo aquel que trataba de ser indie. Cuando Lana sacó su primer disco, Born to Die, llegó al puesto número 1 en más de once países, y siendo sincera, creo que entiendo el porqué.

El aspecto -y talento- de Elizabeth Woolridge (Lana) es bastante particular. Creo que no debo hacer mucho énfasis en esto, ya que todos conocemos el look melancólico, glamoroso, casi como una tragedia romántica andante, que es Lana Del Rey.

Esta vez, Lana volvió con Lust For Life, un trabajo musical que nos invita a un banquete de sonidos exuberantes, totalmente distinto a lo que nos acostumbramos en los cuatro discos anteriores. Deja un poco de lado su melancólico sonido vintage, para darle paso a suaves y armoniosas melodías que se entrelazan con producciones de trap, tal como lo escuchamos en “Summer Bummer” con A$AP Rocky.

El álbum de 16 canciones, comienza con el brillante “Love”, un tema que abre paso a las referencias culturales del pop (Entre ellas a “Don’t Worry baby” de The Beach Boys), la canción se vuelve un campo de sonidos postmodernistas que se combinan con la voz de Lana. “Lust for life”, la canción que se llevó el título del álbum cuenta con la primera colaboración de la placa, con nada menos que The Weeknd. La canción es sobre dos rompecorazones que se unen, un tema sin pretensiones, con esperanza para los enamorados, pero sobre todo lujuria.

Había que tener un tema así, si es que realmente era un disco de Lana del Rey, “13 Beaches” es todo lo que siempre esperamos de la cantante. “It hurts to love you, but I still love you”, canta mientras vaga sombríamente para encontrar un lugar donde pueda estar sola. No es que Lana no haya aprendido a sonreír, es que lo hace mientras derrama un par de lágrimas: “Finalmente estoy sola”, dice entremedio de los coros.

Es inevitable pensar en su antigua canción “Cola” de la versión deluxe de su primer disco, con el tema que sigue: “Cherry”. Una total experiencia sensorial, una canción que va lentamente sobre un sexy downbeat que evoca los placeres que crearon la canción. Le sigue un tema simple, para los que amamos los amores sobre ruedas, “White Mustang”, donde nuestra protagonista se va con un amante en un Mustang blanco. Eso si, es una canción que todavía da guiños de los típicos tópicos que le gustan a Lana: una obsesión con el lado más oscuro de la fama y los peligros de la lujuria.

Luego vienen dos tracks con A$ap Rocky. El primero “Summer Bummer” (participa también la Playboy Carti), en donde Lana juega con beats de trap. Mientras ella canta sobre amores y amantes, Carti y A$ap la “elogian” de la manera en que ellos saben hacerlo. “Groupie Love” (con A$ap Rocky), es un tema mucho más dulce y emotivo que la colaboración anterior, una canción desde el punto de vista de una groupie, que tiene que compartir a su hombre con todo el resto del mundo: un amor más de un Hollywood retorcido.

En la balada “In my feelings”, Lana muestra su lado más independiente, dejando de lado a un ex amor. “Coachella – Woodstock in my mind”, hace una comparación – un tanto parodiada- entre Coachella y Woodstock. Hace énfasis en el poder y en la atmósfera de los festivales, como las comunidades disfrutan. Es una gota de esperanza dentro de un álbum lleno de desamores.

Les sigue “God Bless America (And all the beautiful women in it)”, un tema de empoderamiento femenino, que utiliza la estatua de la libertad como pilar fundamental en esta tarea. Además, hace una sutil critica a los gobernadores de EE. UU: dos disparos suenan al mismo tiempo que ella dice “Que Dios bendiga América”.

“When the world was at war we kept dancing”, es un himno a la juventud, o bueno, otro más. Lana contempla una America devastada y dañada, pero anima a los que sufren a seguir bailando. Hay una frase que marca: “Es solo el comienzo / Si solo tenemos fe/ Tendremos un final feliz”.

La cooperación con Stevie Nicks, “Beautiful people, Beautiful problems”, es la combinación entre dos grandes voces femeninas. Un himno a los problemas amorosos, con una referencia a “Beautiful People” de la propia Nicks, no se puede evitar la piel de gallina en las artes que Stevie Nicks canta. Otro gran tema es una colaboración con Sean Ono Lennon en “Tomorrow never came”. Nuevamente pequeños guiños de clásicos: “Tiny Dancer” y “Lay Lady Lay”, son los que marcan esta canción. Sean y Lana se aferran a una industria musical antigua, que al compás de una suave guitarra, son capaces de llevarnos a un pick de emoción.

“Heroin”, una tierna canción de muerte. LdR le rinde tributo a una droga que se ha llevado a tantos rostros e iconos de la industria musical. El piano de “Change” esta bien aprovechado por la voz de la estadounidense (la ultima vez que lo hizo fue con “Old Money”), esta eso si, es un empoderamiento personal y de mantener la esperanza viva.

El último track del disco, es una de las más lindas de todas: “Get Free”. Igualmente calmado como bailable, es un final perfecto para un disco que nos invita a una montaña rusa de emociones. Lana tiene una batalla final con su guerra mental, y es con esta canción que Lana es finalmente libre.

Lust for Life trata temáticas que son ya conocidas por sus fans. El glamour desgastado de Hollywood y el amor desvirtuado americano. Creo que es uno de los álbumes más maduros y pulidos que ha entregado la estadounidense, pero el retorcido pop de Lana fusionado con estas temáticas oscuras, hacen que sea una mezcla que nos obligue a ser atrapados por ella.