Banda invitada: Mano de Obra
3 de noviembre 2025.

Por Ricardo Olivero.
Fotografías por Javier Martínez.

Resulta difícil describir el debut y la despedida de una banda como Refused en nuestro país. Es difícil porque lo que presenciamos anoche fue más que un simple concierto: fue un manifiesto colectivo, político y sonoro en perfecta sincronía, que dejó una huella imborrable en todos los asistentes a este responso.

Hay conciertos a los que no solo se asiste, sino que se habitan. La noche de Refused en la Sala Metrónomo fue exactamente eso: una experiencia total, una comunión entre precisión técnica y catarsis política. Era su primera vez en Chile, su primera vez en Sudamérica y, según sus propias palabras y deseo, sería la última. En ese contexto, cada acorde tuvo un peso histórico, cada grito se sintió definitivo. Lo que vimos no fue solo el cierre de una banda, sino el cierre de un ciclo del punk como lenguaje de resistencia.

Refused surgió en Umeå, Suecia, en 1991 como parte de una escena mundial que hizo del hardcore su arma de lucha. Si bien sus orígenes se anclaron en el sonido más clásico y acelerado del género, la banda siempre contó con un sello distintivo, con un «no sé qué» que la convirtió en una agrupación única en su especie. Su tránsito de estilos, que pasó de la rabia cruda a la confrontación política más articulada, estalló con su obra cumbre: el célebre álbum de 1998, The Shape of Punk to Come.

Este disco cambió todos los cánones establecidos al interior del hardcore, tanto por su innovación musical –que incorporó elementos de jazz, metal y electrónica– como por su valoración póstuma, ya que marcó la primera disolución de la banda. Años después de esa ruptura, y con mucha agua bajo el puente (expresada en distintos proyectos musicales de sus integrantes), Refused decidió dar el último ruido final con la gira acertadamente titulada “Refused Are F**king Dead”. Esta vez, el cierre es definitivo, brindándonos un ritual de clausura cuya ausencia habría sido una injusticia histórica. El nivel de entendimiento y fidelidad creado anoche entre el público y la banda es difícil de encontrar en cualquier otro show.

La jornada arrancó con el ruido del hardcore local, a cargo de la banda chilena Mano de Obra. Formados en 2012, desde Quilicura y la periferia santiaguina, han labrado su camino con rabia, autogestión y contundencia, ganándose un espacio fundamental en la escena local y siendo requeridos como soporte para bandas insignes del género.

Una banda relativamente nueva, rememorando la vieja escuela del hardcore, encendió los fuegos. Partieron su set con “Vida Sin”, que desató el primer movimiento en la gente, que a eso de las 20:00 horas ya se apostaba en gran número al interior de la sala. Sucedieron temas como “Salud Mental”, “Códigos” y “Educación”, contenidos en su EP de 2024 ConTenSión, demostrando una solidez aplastante en el escenario. Su propuesta, cruda y directa, capturó la esencia de la noche: la confrontación frontal contra lo establecido.

Es importante recordar que la banda será participante de la versión 2026 de Lollapalooza Chile, un espacio que, por lo demostrado anoche, tienen absolutamente merecido y que, recalcaron, se ha ganado a pulso. La banda insistió en que la apertura de espacios para los exponentes del hardcore local debe ser la regla y no la excepción. Su set finalizó con “No Sirve Sin Dolor” y el coro del público no se hizo esperar, reconociendo en Mano de Obra a uno de los mejores exponentes del hardcore nacional.

Desde el primer minuto, la prolijidad de Refused fue impactante. No había margen para la improvisación gratuita: cada golpe de batería, cada frase de guitarra, cada pausa, estaba medida con una exactitud que solo se logra con convicción absoluta. En un género que muchas veces privilegia la crudeza por sobre la técnica, la banda demostró que el caos también puede ser precisión, y que el ruido, cuando se articula colectivamente, se convierte en un discurso incuestionable.

El concierto giró en torno a su obra maestra, The Shape of Punk to Come, un disco que marcó a toda una generación y que, casi tres décadas después, sigue sonando como un manifiesto urgente. La banda comenzó su set con “Poetry Written in Gasoline”, desatando inmediatamente la locura. Repasaron sus canciones emblemáticas con la misma furia ideológica con que fueron concebidas: “The Refused Party Program”, “The Deadly Rhythm”, “Liberation Frequency” y “Refused Are Fucking Dead” retumbaron con una claridad que pocos grupos del estilo logran en vivo. Los suecos tocaron con la elegancia de un conjunto de cámara y la energía de una explosión controlada.

El público, consciente del carácter histórico del encuentro, respondió con una intensidad que rozó lo ceremonial. Había pogo, sí, pero también había contemplación; muchos sabían que estaban presenciando un punto final, el fin de una época. En medio del caos, el funcionamiento colectivo de la banda se imponía: no existía protagonismo individual. Todo se movía como una sola máquina, una sola voz múltiple. Verlos era presenciar una ideología hecha sonido.

La dimensión política del show se hizo explícita antes de uno de los momentos más esperados: “New Noise”. Antes de lanzarse a ese himno generacional, el vocalista Dennis Lyxzén tomó el micrófono y habló del genocidio en curso en Gaza. Expresó el apoyo de la banda a la causa palestina, recordando que el punk, desde su raíz, no se trata solo de gritar, sino de gritar por algo.

Ese instante fue la antesala perfecta para el estallido. Cuando comenzó el riff inicial de “New Noise”, la sala completa saltó como un solo cuerpo, repitiendo el “Can I scream?” con la rabia y la lucidez de quien entiende que la protesta también puede ser belleza. El mensaje no fue accesorio: fue parte integral de la performance. Cada gesto, cada pausa, cada mirada entre los integrantes reforzaba la idea de que el arte puede ser una herramienta política sin volverse un panfleto. Refused no sermonea: convoca. No dicta, sino que invita a repensar la forma misma en que el ruido se organiza para producir significado. Y esa fue, quizá, la gran lección de la noche.

La interpretación de “The Deadly Rhythm” regaló un breve fragmento de la clásica intro de “Raining Blood” de Slayer, volviendo loco al respetable que a esa hora ya convertía la Sala Metrónomo en una verdadera sauna humana, mostrando el lado más crudo de sus influencias, que supieron tomar y al mismo tiempo refinar.

Hacia la mitad del show, hubo espacio para mirar atrás. “Circle Pit”, una pieza de su etapa más temprana, irrumpió como un flashback en blanco y negro dentro del despliegue multicolor de The Shape of Punk to Come. Fue el regreso a la brutalidad primitiva, al grito desordenado, al sudor que empaña las luces. Ese momento condensó la esencia de Refused: la convicción de que se puede evolucionar sin olvidar la raíz.

Hubo más espacios para clásicos tempranos como “Coup D’état” del disco Songs to Fan the Flames of Discontent de 1996, o el cierre con “Pump the Brakes” del disco This Just Might Be the Truth de 1994, marcando un final histórico, pero cargado de presente. La banda sonó compacta, concentrada y comprometida. No hubo poses ni descansos innecesarios. Cada transición entre canciones estaba pensada como parte de un mismo relato: uno que hablaba del fin, pero también de la permanencia. Porque si bien este show marcó su despedida formal, también reafirmó que su legado seguirá resonando en toda escena que busque unir ética, estética y política.

El futuro de la banda, como dijimos, ya ha sido declarado muerto. Nos queda la esperanza de que sus múltiples proyectos musicales, sobre todo los de Dennis Lyxzén —como The (International) Noise Conspiracy (del cual no se sabe nada hace mucho) o el supergrupo Fake Names (que comparte con miembros de Fugazi, Bad Religion, S.O.A, entre otros)—, puedan seguir dando que hablar. Pero el recuerdo de lo vivido anoche, como ya se mencionó, será imborrable y, por qué no decirlo, suficiente. Refused vino, rugió y se fue. Pero lo que dejaron no fue nostalgia, sino una enseñanza: la forma del punk por venir no es solo ruido. Es conciencia.

Setlist:
Poetry Written in Gasoline
The Shape of Punk to Come
The Refused Party Program
Rather Be Dead
Blood Red
Liberation Frequency
Summerholidays vs. Punkroutine
The Deadly Rhythm
Circle Pit
Everlasting
Hook, Line and Sinker
Life Support Addiction
Refused Are Fucking Dead
Worms of the Senses/Faculties of the Skull
Elektra
New Noise
Tannhäuser / Derivè
Coup d’état
Pump the Brakes