Por Jorge Fernández.

Nuestro streaming nacional centroartealameda.tv se encarga de traer a colación, historias relamidas con un peso histórico dignas de volver a ver. La selección de películas va incrementándose cada vez más. Entre Lynch, Dolan y Jarmusch, hace poco llegó una serie de películas clásicas de la década del sesenta. Y ahora, como acto conmemorativo artístico, nos encontramos con el ciclo de cine “Marzo Feminista 2021” donde desfilarán, en una sección de estrenos, sólo películas dirigidas por mujeres. La primera de ellas es “Una Chica vuelve sola a casa de noche” (2014), ópera prima, escrita y dirigida por Ana Lily Amirpour, talentosa cineasta de origen iraní y radicada en Estados Unidos.

“Spaguetti Western de vampiros iraní”. La apuesta de la película es total. Partiendo por esas palabras que ocupó Amirpour para definirla de manera sucinta. Está hablada en persa y filmada en blanco y negro, aludiendo claramente a las referencias históricas del género instauradas por Abel Ferrara (ver nota La noche de los muertos vivientes). Aquí hay de todo un poco y no sobra nada.

En una ficticia ciudad iraní llamada Bad City, conviven una serie de personajes a mal traer donde destacan prostitutas, drogadictos y proxenetas. Entre esas inquietantes figuras surge un joven al estilo James Dean y una enigmática chica que esconde secretos escabrosos tras sus dientes perfectos. El amor va destruyendo barreras y el hambre hace lo propio con las vidas humanas. Al final una de las dos necesidades será la que venza por sobre la otra.

No sólo Ferrara descansa en las referencias de la película. Un soundtrack anglo va dibujando el recorrido de las desoladas calles de una ciudad inventada y recreada realmente en California. Cuando los protagonistas caminan, no hay nadie más a su alrededor, ni un alma capaz de capturar los instantes. No hay contagio tras la mordida ni perdón de los pecados para que viven una vida descontrolada. Los lazos sanguíneos se dibujan sólo en los dientes afilados y manchados de quien corresponde. Las acciones de violencia son mínimas, pero certeras e inmediatas. Y todas y cada una de ellas, tiene una razón de ser. La fachada en blanco y negro oculta el gore de una manera comedida y resoluta, que da muestras de que la imaginación es el mejor sitio para crear el pavor.

La carga de género se va dibujando conforme avanza la trama. Las víctimas y las protegidas. Las buenas y los malos. Hay una escena que evidencia la postura serial de la protagonista. El que escucha es un niño y el diálogo entre ambos da la sensación de una oportunidad, cuando todavía se es posible, de hacer las cosas como corresponde. Si ya atravesaron cierta dimensión donde no hay retorno, las posibilidades de salir bien parado, son inexistentes.

El argumento de la historia es simple. Los personajes divagan y se encuentran. Las verdades no necesariamente salen a la luz, por lo que es seguro que, para muchos, la trama, irresolublemente quedará incompleta. No obstante, la película tiene tal carga emocional que para otros será un deleite momentáneo y sin fisuras. Todo parece indicar que la balanza se inclinará por la apreciación final.