Por Jorge Fernández.

¿Cómo será vivir o revivir otra época? ¿Nuestros pensamientos moldean nuestro pasado y lo hacen una ficción? ¿Estamos destinados a vivir un futuro trazado previamente? El mundo vive obsesionado por los viajes en el tiempo y los recursos para ornamentar un guion de este tipo son infinitos. Los ochentas y los cincuentas son épocas nostálgicas y llenas de recursos (Dark se ve como una sospechosa coincidencia). Súmele a esta historia altas dosis de cultura pop y condimente todo a gusto con un soundtrack pegajoso y potente. El resultado será evidente: una película por la que ya 35 años han pasado, que conserva su éxito en el presente y que, de seguro, seguirá dando de qué hablar en el futuro.

“Steven Spielberg Presents” es la carta de entrada que tiene la película “Regreso al futuro”, estrenada un 3 de julio 1985. Y es una tremenda estrategia, pues funciona como el prologuista famoso que da su venia al autor novato. Lo cierto es que tampoco eran tan principiantes los reales creadores de esta cinta, luego devenida en franquicia. La idea nació de Bob Gale y fue complementada por Robert Zemeckis, quien también es su director. Spielberg fue el productor y eso era un honor de proporciones pues el norteamericano ha recibido entre otros, el apelativo de Rey Midas del celuloide hollywoodense, encumbrando la carrera de un puñado de directores hoy famosos.

No obstante, la fórmula no dio resultado desde el inicio y dejemos en claro que no fue por falta de plutonio ni de la inexistencia de un acelerador de flujo. El guion fue rechazado decenas de veces antes de concretarse y con el correr de la filmación sufrió diversas variantes que no hicieron más que otorgar nuevos pergaminos para catalogarla como clásico de todos los tiempos. Einstein no era un perro sino un chimpancé; El DeLorean como máquina del tiempo fue la sustitución a la primera idea de que fuese una heladera la que los transportaba. Y Marty Mcfly no era Michael J. Fox. Ya estaban finalizando las grabaciones de la película cuando se decidió cambiar al actor protagonista y rehacer todas las escenas nuevamente. Literalmente, volvieron al pasado para arreglar lo que sería su futuro, pues al principio McFly estaba destinado a Fox, sin embargo, por cuestiones de contratos, no se había podido llevar a cabo. ¿Otros Marty McFly? La lista de posibles incluyó a Ralph Maccio (Karate Kid) y al taciturno John Cusack (High Fidelity).

“Mcfly ¿Hay alguien en casa?” Preguntaba Biff mientras golpeaba la cabeza de George en más de una ocasión. Y nosotros sabemos que hay alguien ahí y que los golpes del pasado repercuten en el futuro, cambiando el presente. Es precisamente esta idea lo que genera una atracción letal con la película. El hecho de encontrarnos con rasgos del pasado, canalizando cruces temporales que hacen que todo se cumpla tal y como debiese suceder ¿Todo? Claro que no. Las consecuencias se superponen en una trama ágil de un guion que hoy es considerado uno de los más perfectos de todos los tiempos (efectivamente, el mismo que fue muchas veces rechazado).

Personajes tipo como recurso central: El pícaro don Juan y el científico loco, el haragán con pinta de rugbista y el nerd que se queda con la dama en apuros. Una serie de eventos desafortunados antes de la catarsis del climax y una canción rocanroleada ante un público que mira con hermetismo e incomprensión. La lista es variada, pero efectiva. Además, a esto hay que sumar los hechos inusuales que condimentan lo habitual: Incesto solapado madre hijo y un final que no es final sino el principio de algo que se avecinaba como una necesaria y llamativa secuela, secuela que le llevará una nueva Jennifer, un plutonio sustituido por basura y un espacio temporal diferente y dicotómico.

Mientras Zemeckis y Gale estén vivos, no esperen una cuarta entrega ni un remake. Ellos tienen los derechos y no hay posibilidad pronta de que cedan a esas barbaridades. Pero quién sabe. Tal vez en un futuro.