Santiago Gets Louder 2017: Grandes bandas, en un gran festival
Movistar Arena, 29 de octubre 2017.

Por Rodrigo Guzmán.
Fotografías por Victor Santibañez.

Este domingo 29 de octubre se vivió una jornada que será recordada por una buena porción del público chileno asiduo al metal. El Movistar Arena se vio desbordado de riffs implacables y toneladas de decibelios, pues el festival Santiago Gets Louder en su versión 2017 trajo consigo a ilustres huéspedes, cuyos cabeza de cartel fueron nada menos que King Diamond y Megadeth.

Sin embargo, y tal como su versión 2015, el festival presentó a una serie de agrupaciones más o menos emergentes, tanto del medio chileno como internacional, proponiendo así una curatoría interesante que buscó sintonizar las diferentes formas y estilos que el heavy metal puede adoptar.

En este sentido, los nacionales Tirano fueron los encargados de iniciar los fuegos durante la jornada del domingo, quienes a partir del trabajo duro y crudo del riff comenzaron a agrupar a las primeras personas en el Talavera Stage. Presentando temas de su álbum Awkan, los nacionales hicieron gala de una potencia desbordante, haciendo uso de distintos patrones rítmicos y solos filosos. Al igual que para el resto de las bandas que se presentaron en el Talavera Stage, la altísima amplificación de los instrumentos fue un elemento que llamó la atención. Más de alguno por ahí bromeó sobre una inevitable sordera, pero al calor del metal, esto tiende a no importar.

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En cuestión de tracklist Tirano presentó temas como “Tirano”, “Calma”, “Autoagresión” y el sencillo “Furia”, track que mejor encarna la esencia del colectivo según Daniel Duarte (voz y guitarra). Asimismo, la interpretación de “Lost”, propiedad del grupo teutón Kreator, vino a sintetizar la declaración de intenciones que supuso la presentación de los santiaguinos la jornada del domingo, cuyo sonido guarda una potencia, un grosor, un volumen y una intención que requiere ser oída.

Tras la performance de Tirano, se vino el turno del primer conjunto internacional en El Domo Stage: Vimic. De corta data, Vimic es conocido por ser uno de los tantos proyectos del ex baterista de Slipknot Joey Jordison, quien se hace acompañar de Kalen Chase, Kyle Konkiel, Jed Simon, Matt Tarach y Steve Marshal en el resto de los instrumentos. La propuesta de Vimic es un cóctel sonoro que, para decepción de más de alguno, no recuerda ni en forma ni en contenido al sonido de Slipknot y tampoco al de Murderdolls. Vimic es una amalgama metálica que no tiene complejos en incorporar estribillos melódicos cercanos al pop, teclados atmosféricos envolventes, bases y beats industriales y riffs pesadísimos que sugieren incluso alguna influencia del metalcore y el groove metal.

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De este modo, y con una puntualidad que se mantuvo a lo largo de la jornada, Vimic abrió su performance con la puesta en escena de “Marionetta”. Luego de esto, vino la interpretación de “Parasite Persona”, cuyos lúgubres acordes de piano marcan el contraste con la serie de agresivos riffs que articulan el track. Asimismo, la posterior interpretación de su single “My Fate” fue rotunda. En cada una de las canciones presentadas por Vimic, se pudo advertir la capacidad técnica de sus miembros. De dicho modo la de su vocalista, Kalen Chase, quien hizo gala de un registro y dinamismo impresionante, alcanzando amplias notas tanto en el screaming como en la voz limpia y melódica. Sin embargo, fue él mismo Kalen quien a lo largo de la presentación no se vio del todo cómodo a causa, al parecer, de la baja concurrencia y de la modesta recepción del público, pero tanto por la hora programada para el show (15:00 hrs), como por la casi nula existencia de material grabado por el conjunto, era algo complejo que Jordison y compañía fueran mayormente ovacionados. Luego, tras la interpretación de “She Sees Everything”, se logró visualizar la naturaleza moderna del conjunto, pues así lo sugiere su riff de apertura, similar en rítmica y tono al sonido tan en boga del djent, además de la constante utilización del breakdown.

Con todo, la presentación de Vimic fue un punto algo irregular, que se vio opacada tanto por la pobre recepción del público como por el bajo volumen de la amplificación, sonando así bastante más moderado que Tirano y el Talavera Stage. Del mismo modo, si Kalen Chase y Jed Simon logran lucirse a lo largo de cada track, no es posible advertir a Joey Jordison en la misma y luminosa frecuencia que despedía en Slipknot. Por lo mismo, esperemos que Vimic publique luego material de larga duración, pues tienen tanto los medios como el talento para poder editar un álbum que los catapulte definitivamente al reconocimiento global.

Tras la actuación de Jordison y compañía, nos trasladamos raudos al Talavera Stage, donde Tempel, banda alterna de Walter Giardino, hacía lo suyo. La presentación del argentino fue bastante escueta. Esta vez, Giardino se hizo acompañar del cantante chileno Ronnie Romero, quien milita actualmente en el conjunto español Lords of Black y en Rainbow, proyecto comandado por Ritchie Blackmore. De este modo, se sucedieron tracks ya clásicos del género en Sudamérica: desde “Sobre la Raya”, pasando por “Alquimia”, hasta llegar a “Corte Porteño”, lo de Temple fue raudo, preciso, técnico y estridente. Media hora de heavy metal y a las 16:33 la presentación del trasandino había acabado.

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Pero si los fanáticos del heavy y del speed metal quedaron algo sedientos con la escueta presentación de Temple, dicha deseo no duró demasiado, pues de vuelta en El Domo Stage la icónica agrupación Rata Blanca encendió sus fuegos a las 17:15 con puntualidad. Los argentinos circularon por material discográfico clásico y reciente. De esta manera, el conjunto comandado por Walter Giardino y Adrián Barilari iniciaron con “Los Chicos Quieren Rock” ante un Movistar Arena que virtualmente estaba cerca de su capacidad. Ante el fervor del público, se intuía que Rata Blanca era el primero de los tres grandes números esperados. La fiesta del heavy metal despuntaba, y nada podría detenerla. Así se sucedieron distintos temas extraídos tanto de Magos, espadas y rosas como de Tormenta eléctrica. Pero sin duda alguna, los puntos altos del show de los trasandinos se vieron materializados en sus himnos “Mujer Amante” y “La Leyenda Del Hada y El Mago”, cortes que aún logran una recepción unánime entre el público, pues a diferencia de sus últimas composiciones, algo más bien ligadas a la rítmica de Motorhead y del hard rock como tal, los clásico himnos épicos y románticos de Rata fueron diseñados para ser coreados en grandes estadios. Y así mismo fue.

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Una de las sorpresas de la jornada la supuso Ego Kill Talent. El colectivo oriundo de Sao Paulo trajo consigo un sonido que, a pesar de ser potente, grueso y abrasivo, dejó más bien indiferente a la audiencia. Ya lo habíamos anotado hace un par de días atrás, los públicos ligados a la escena del metal son más bien puristas, en algunos casos sectarios, y cuando van a un concierto no necesariamente van a escuchar música, van más bien a escuchar metal. Punto. Y la propuesta de Ego Kill Talent va absolutamente por otro carril.

Pensada como una agrupación donde el ego de cada integrante debe ser disuelto por ser potencialmente destructivo y dominante, la primacía de un género sobre otro se hace también aleatoria, difusa. Allí en el espectro sonoro de EKT confluyen sin problemas Pearl Jam y Kyuss, Faith No more y Foo Fighters, algo de Incubus y algo de At The Drive In. El rock, el metal, el grunge, el stoner, el punk rock, da igual. Todo se mezcla y finaliza en un producto y un proyecto que tras apenas cuatro años de existencia demuestra un fiato y una contundencia sonora impresionante.

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A lo largo de la presentación de los brasileños, interpretaron temas como “Just To Call You Mine”, cuyo riff enérgico fue el encargado de dar apertura a su performance, seguido de “Sublimated” y “We All”, track estructurado en torno al delay de las seis cuerdas y la omnipresencia robusta del bajo. Asimismo, fue “Still Here”, elegido como sencillo promocional de su disco homónimo, lanzado este 2017, uno de los temas que paradójicamente comenzó a dispersar al ya escaso público que prestada oído, para cerrar con “Try”, cuya línea de bajo parece extraída de un saturado álbum de fuzz rock. A dichas alturas, los paulistas ya tocaban frente a unas cuantas decenas de personas, quienes aún mantenían algo de interés en un proyecto que no cuadraba en un evento donde todo debía ser cuadrado. De dicho modo, a las 18:55 hrs., ya todo estaba finiquitado.

Así, a las 19:15 Kim Bendix Petersen se hizo presente, iniciando con “Out from the Asylum”, seguida de “Welcome Home”. Luego de ello, vino “Sleepless Nights”, para luego dar paso a “Halloween” y cerrar con “Eye of the Witch”, tracks extraídos los distintitos discos de Diamond, adquiriendo “Them” un lugar destacado, seguido de “Fatal Portrait” y “Conspiracy”. Tras ello, se interpretaron tracks propios de la discografía de Mercyfull Fate, Takles como “Melissa” y “Come to the Sabbath”, generando en el público la locura total. Luego de esto, vino la interpretación íntegra y en su orden respectivo, de Abigail, cuyo aniversario número 30 era lo que en esta fecha el Rey Diamante celebraba.

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En la presentación de Diamond todo fue veneración. Los fanáticos corearon cada uno de los temas interpretados a la perfección por King y su banda, quienes demostraron ser músicos de calidad a toda prueba. Si hubo una figura que en algo pudo contrarrestar el peso de Diamond, ese fue Andy LaRocque. El guitarrista, a punta de solo y riff fue ovacionado por la audiencia en alguna escasa ocasión donde King Diamond cedía algo de protagonismo.

Con un show íntegro, que no escatimó en escenografía, personajes, sonido y luminaria, tal cual como Diamond ofrece en cada una de sus presentaciones, su performance en Santiago dejó a más de alguno sobre las nubes, o mejor, bajo las plácidas llamas del infierno, porque a pesar de que el hombre se encumbra ya por sobre los 61 años, sigue parándose sobre el escenario con la misma presencia de hace 30, cuando lanzó el disco que hoy lo trajo a esta tierra austral. Si a uno le gusta o le desagrada el timbre de voz de Diamond es un asunto muy discutible y respetable, pues al menos es particular, sin embargo, lo expuesto en su show es una muestra de calidad musical y escénica única en el mundo, ya que no hay otro show similar al de Diamond en el planeta. Quizás hay por allí uno que otro alumno aventajado, pero el danés sigue manteniendo en pie su leyenda, fuera de toda duda.

La realización del Santiago Gets Louder 2017 supuso un encuentro entre el metal clásico y el moderno, entre el anglosajón y el latinoamericano, entre el emergente y el consagrado, se dio también una comunión entre una generación más adulta y otras apenas adolescente, en fin. Fue una muestra de voluntad que nuevamente quiso dejar a sus asistentes deslumbrados, con una amplificación y un line up notable y reconocido. Hubo algún inconveniente, pero a estas alturas ya se ha desvanecido y por lo mismo, sólo queda esperar que el próximo año la productora Lotus esté tan a la altura como ha estado en las ya dos versiones del Festival Santiago Gets Louder. Tal vez algún día nosotros también tendremos nuestro propio Wacken. Tal vez.

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