Por Rodrigo Guzmán.

En un día como hoy, pero hace ya veinte años, se publicó uno de los discos de música electrónica más influyente de todos los tiempos. La banda británica compuesta por el compositor Liam Howlett, el MC Maxim Reality y los bailarines Keith Flint y Leeroy Thornhill, publicaban una placa tan eximia como provocadora, que los llevó al pináculo de los charts tanto estadounidenses como ingleses, debutando a la vez como número uno en los rankings de más de 22 países a lo ancho de la tierra. Pero ¿Qué tenía? O mejor, ¿Qué tiene este álbum que lo hace tan notable? Hay que ver.

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Si bien la crítica especializada ha calificado a The Prodigy como música electrónica en general, pero también como electro-punk o electro-rock, es su clasificación dentro del género big-beat la que se aparece como la etiqueta más concisa a la hora de definir la propuesta musical del trío oriundo de Essex, cuyo sonido y estética transita de manera impresionantemente orgánica entre la música rave, el rap, el funk, el punk, el dub y la psicodelia, dando así origen a un sonido mutante y esquizoide. Asimismo, dentro del big-beat las secuencias y repeticiones de patrones y samples toman el protagonismo en la composición, y es de este modo como se observa en el tema que da inicio a la placa: «Smack My Bitch Up», uno de los singles del disco y caballito de batalla de los de Essex, contiene tantos samples notablemente articulados, que terminan pasando desapercibidos para el oyente distraído con tanto ruido. De dicho modo, en el sencillo se conjugan de manera impecable y creativa fragmentos de «Give the Drummer Some» (Ultramagnetics Mc´s), «Funky Man» (Kool & the Gang), «In Memory Of» (Randy Weston), «Nana» (The Dreaming) de la cantante indobritánica Sheila Chandra e incluso se deja escuchar por ahí algo de «Bulls On Parade», de los excelsos Rage Against The Machine. Como se puede observar, la influencia y mezcla armoniosa, toda vez que estridente y poderosa, que Liam Howlett fue capaz de manufacturar en tan sólo 5 minutos con 43 segundos hizo a The Prodigy y a este disco ser lo que son. Si la cantidad de samples, citas y homenajes que se dejan escuchar en Fat Of the Land afloran con abundancia, las colaboraciones no se quedan atrás, pues el excéntrico e insigne miembro fundador de Ultramagnetics Mc´s, conocido bajo el mote de Kool Keith, interpreta con flow preciso y conciso las rimas de «Diesel Power», en un mix que conjugó inéditamente el rap y el funk con sonidos industriales y beats propios de la música dance. Por otro lado, en «Funky Shit», se dejan escuchar líneas de «Root Down», propiedad de los raperos neoyorkinos Beastie Boys, mientras que la cantante nigeriana Saffron, de la banda Republica, hizo lo suyo en «Fuel my Fire», un cover tan estridente y desenfrenado como la versión original, dominio de la banda estadounidense de punk/grunge L7. Sin embargo, no todo fue saturación y estrépito en la placa del ’97, pues ya en «Narayan» fue Crispian Mills, líder de la banda de psicodelia británica Kula Shaker, quien se hizo oír con voz diáfana pero ataviada del correspondiente delay lisérgico en el track número siete.

Un rasgo común, pero no privativo de los grandes discos, es la frecuencia con la que tienden a levantar polvaredas y controversias. Pensamos rápido en Electric Ladyland o Sticky Fingers, pero los de Essex no sólo causaron vértigo entre los biempensantes por una simple carátula. Por el contrario, es conocido el altercado que mantuvieron con los Beastie boys en el contexto del Reading Festival ’98, pues a un día de la presentación de ambas agrupaciones, los neoyorquinos llamaron por teléfono a Howlett para preguntarle si omitiría «Smack My Bitch Up» (cuyo videoclip también causó escozor en más de alguno) de su setlist, ya que ellos la consideraban ofensiva y les causaba cierto malestar presentarse después de un tema que rezaba cosas como «Smack my bitch up/Change my pitch up». Por supuesto los británicos se negaron y hoy en la web se puede encontrar un vídeo que prueba la veracidad del altercado, en el cual Maxin asegura que tras la petición de los Boys ellos sólo podían decir una cosa: «We do what the fuck we want». ¿Hay alguna otra frase que sintetice de mejor manera la esencia de los Prodigy? Pero esta actitud punk no sólo se reflejaba en la estrafalaria pinta de Keith Flint, tan creepy como los videoclips mismos del grupo, ni tampoco en la propuesta sonora de The Fat Of The Land, sino también en la visualización de la música como arma, crítica y reacción a situaciones intolerables. Es el caso del tema «Their Law», extraído de su segundo álbum Music for Jitled Generation (1994), cuya escueta y persistente lírica repetía al ritmo de un riff desquiciado «Fuck’em and their law», en respuesta a los planes y ordenanzas gubernamentales que buscaban controlar y desarticular la escena y las fiestas raves británicas, tan populares por aquellos años. De dicho modo, en 1994 Howlett aseguraba en entrevista para la revista Rock’s Backpages, que el gobierno tildaba negativamente a toda la escena y que querían detener a cualquier persona que quisiera salir a pasar un buen rato. Y su mejor réplica a dicha represión fue presentada en formato de dinamita sonora.

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Tras todo lo anterior, se puede asegurar que el impacto y la influencia de The Fat Of The Land fue y sigue siendo profunda. De este modo, debemos mencionar que ídolos como Gene Simmons de Kiss han realizado (dudosos) covers de los británicos, tal como una versión de Firestarter incluida en su segundo álbum solista Asshole (2004). Por otro lado, el ex Nirvana y actual Foo Fighters/Them Crooked Vultures, Dave Grohl, realizó un par de entrevistas en MTV el año 1997 y 1998, donde reconocía y proclamaba públicamente su amor por Howlett y compañía. Dicha admiración se materializó en una colaboración posterior, donde el batero se puso al mando de las baquetas en «Run with the Wolves» del disco Invaders Must Die, publicado el año 2008. Así con el amor.

Como sea, si bien hoy 30 de junio de 2017 se cumplen 20 años de un disco que para muchos se visualiza como fundamental o mítico dentro del panorama musical de los últimos 30 años, escuchar The Fat of The Land sigue siendo hoy en día una inyección pura de adrenalina y una cátedra de estilo y composición, que viene a confirmar que tal como los integrantes de la banda nacida en Essex, este álbum no envejece y si algo envejece, lo hace con una actitud absolutamente vertiginosa.

2 Respuestas

  1. syk

    #TheFatOfTheLand simplemente la mejor música que escuche, escucho y seguiré escuchando!
    como dato de samples.. Firestarter: Close – Art of noise / Breathe: Wu-tang Clan Da Mystery of Chessboxin

  2. Francisco

    Mi disco favorito de la historia. Solo agregaría a la nota que Fuel my Fire de L7 se basa en los riffs de la canción Lost Cause de Cosmic Psychos.