2 de octubre 2025.
Por Ricardo Olivero.
Fotografías por Javier Martínez.
La noche del jueves 2 de octubre no fue un simple concierto de metal en el Teatro Caupolicán; fue una inmersión en una dimensión donde la oscuridad no solo se sentía, sino que se respiraba en cada rincón del recinto. La presencia de tres entidades malignas — Behemoth, Deicide y Nidhogg — se unió en una jornada única e irrepetible. Chile esperaba con ansiedad a estos tres colosos del metal extremo, y lo que ocurrió no fue un simple evento musical, sino una experiencia ritual y maligna que, desde distintas trincheras, se unió para escupir odio y blasfemia bajo una misma bandera negra: una jornada de metal oscuro y extremo.
La congregación de este tridente infernal, denominada The Unholy Trinity, pisoteó Latinoamérica con un show de los máximos exponentes del metal más radical. Destacaron tanto por su agresividad sonora como por sus letras controversiales y anticlericales, convocando a devotos de la oscuridad de distintas generaciones para una noche que quedará grabada en la retina de los asistentes por mucho tiempo.
Las puertas del infierno se abrieron con fuego local. La banda Diabolvs fue la encargada de tocar los primeros acordes de death metal en el Teatro Caupolicán, representando a la escena chilena. Su música, cargada de la influencia pesada y cruda de la vieja escuela del género, entusiasmó a los primeros asistentes que ingresaban tempranamente. Su presentación se centró en Rite of Consecration, su excelente trabajo de 2020. Temas como «Temple of Hypocrites», «Killing my enemies» y «The ancestral spirit» mostraron la crudeza de un sonido que combina influencias del death metal americano y europeo con su sello personal, despertando al público con un mazo contundente en la cabeza y sumergiéndolo en la brutalidad de la jornada. La banda también dio un adelanto de su próximo material, que el público esperará con expectación, ya que los nacionales demostraron ser una banda sólida que ejecuta el viejo y querido death metal con pasión y agresividad desde Chile.
Emergiendo de la fría y férrea escena polaca, Nidhogg se ha consolidado como una de las propuestas más sólidas y feroces dentro del blackened death metal europeo. Desde sus inicios, este solista y su banda han sabido combinar la brutalidad cruda del death metal con las atmósferas sombrías y melódicas del black metal, dando forma a un sonido oscuro y punzante que no deja indiferente a nadie y que mezcla de manera magistral la expresión más primitiva del género con sonidos más actuales y frescos.
Hay que ser honestos: para muchos asistentes, su presencia era una incógnita, por lo que había gran expectación sobre su propuesta escénica y cómo encajaría en este formato de misa negra. Sin embargo, la música de Nidhogg resultó ser una tormenta de riffs afilados y rápidos, una percusión implacable y voces que oscilaban entre el gutural más profundo y el aullido desesperado. Más allá de la agresión pura, la banda demostró una técnica depurada para crear paisajes sonoros densos y opresivos, donde cada tema se convirtió en un viaje hacia lo más oscuro del alma humana.
Temas como “Narcissus” o “Mental lykanthropy” mostraron una composición pulida que equilibra velocidad y brutalidad con pasajes melódicos y oscuros que cautivan al oyente. Su sonido es una mezcla de precisión técnica y energía visceral, con una atmósfera casi ritual que la diferencia de muchas bandas del género. Un momento especial de la noche fue la transformación de Nidhogg en un vampiro infernal y blasfemo. Utilizando el escenario como parte de una ceremonia oscura, con el sonido de fondo de la película Drácula, el artista, pintado completamente de negro y con una corona de espinas en su cabeza, bebió desenfrenadamente de un cáliz con sangre (o al menos lo que parecía serlo), que luego derramó sobre su rostro. Esto sirvió de antesala para interpretar el tema “Transilvania”, uno de los puntos altos de su presentación.
En vivo, Nidhogg mostró una presencia sobria, oscura e intensa. Sin grandes artificios escénicos, su fuerza radicó en la ejecución impecable y en la capacidad de sumergir al público en una experiencia auditiva casi hipnótica. La banda polaca se ha ganado un lugar en festivales y escenarios internacionales gracias a esta combinación de brutalidad y atmósfera, consolidándose como una de las apuestas más interesantes del metal extremo contemporáneo. Su primera visita al país honró su lugar como un digno participante de esta tríada maléfica que azotó Santiago.
El setlist finalizó con un regalo para sus fans sudamericanos: la interpretación de «Territory» de los históricos Sepultura, desatando la locura en un público que acompañó con gritos y mosh. Fue un detalle inesperado y agradecido de corazón. En resumen, fue una presentación corta pero intensa que dejó al público preparado para el infierno que se venía.
Cuando Deicide subió al escenario, el aire se cargó de electricidad. La brutalidad de Glen Benton y su banda no solo resonó en los instrumentos, sino que encendió el corazón de la multitud. Chile, un país donde el death metal tiene una base sólida y fiel que responde con una pasión pocas veces vista en Estados Unidos o Europa, no defraudó. Para muchos, los satánicos de Tampa, Florida, eran la banda principal de la jornada, y miles de personas ya se aglomeraban a la hora de inicio de su show.
Desde el demoledor comienzo con el clásico absoluto «When Satan Rules His World», el público se entregó a un mosh pit frenético que parecía no tener fin. Cada tema de Deicide es una declaración de guerra, una brutalidad técnica que no solo se ejecuta, sino que se siente en el cuerpo y el alma. Canciones como «Once Upon the Cross» y «Homage for Satan» fueron himnos en una liturgia de furia.
El setlist repasó parte de sus dos primeros discos emblemáticos: su trabajo homónimo de 1990 con temas como «Sacrificial Suicide» y la frenética «Dead by Dawn», así como su aclamado disco Legion de 1992 con canciones como «Satan Spawn, the Caco Daemon» (con la intro de macho cabrío incluida) o «Behead the Prophet (No Lord Shall Live)», que a esa hora ya causaban locura total dentro del recinto, mientras afuera se intentaban las infames avalanchas para ver a Glen y compañía.
La incorporación de Jadrán “Conan” González, guitarrista de Exmortus, encajó bastante bien con el desempeño de la banda, afianzándose rápidamente al set y a la gira. Esto no disminuyó el poder interpretativo de un grupo que, si bien nunca ha superado el nivel de su época dorada tras la salida de los hermanos Hoffman, ha logrado mantenerse tocando rabiosamente e incluso componiendo nuevos trabajos, como su última placa titulada Banished by Sin de 2024.
Glen Benton jamás se ganará el premio al más simpático del curso. Un tipo que piensa que el meet and greet es para posers no va a gastar tiempo en decir lo lindo que es Chile. Su objetivo no es interactuar, sino tocar de la manera más desenfrenada posible, escupiendo blasfemia, y lo logra de manera óptima. Deicide demostró por qué es una de las leyendas vivientes del death metal mundial, dejando claro que en Chile cuentan con una legión que los seguiría hasta las fauces del mismísimo infierno. Con “Homage for Satan” como cierre, la clásica banda se despidió con una presentación caótica, pero excelente. ¡Larga vida a los reyes del infierno!
Desde el primer acorde, Behemoth dejó claro que no venían solo a tocar, sino a liderar un aquelarre sonoro. La oscuridad se condensó en cada riff pesado, en cada golpe de batería, y en la voz gutural de Nergal que parecía invocar fuerzas de otro mundo. La icónica escenografía con la imagen de su último trabajo, The Shit Ov God, fue el telón perfecto para el conjuro que se avecinaba.
«The Shadow Elite» abrió la puerta a este universo. El público se fundió en un coro gigante, haciendo temblar las paredes con un estruendo que parecía mover la tierra. La banda se movía con la precisión de un ritual milenario, donde no hay espacio para errores, solo para la entrega absoluta. Temas como «Blow Your Trumpets Gabriel» y «Ov Fire and the Void» mostraron la evolución de la banda hacia un sonido más oscuro y denso, casi hipnótico.
Behemoth es una banda que ha renunciado a la rapidez y crudeza en favor de la pulcritud musical y la densidad en el espectáculo. Algunos pueden catalogarlos de vendidos, pero lo cierto es que la banda ha crecido en adhesión mundial, rompiendo los límites de su propio sonido y llevando su mensaje de batalla a lugares que quizás no se imaginaron hace décadas, cuando eran un simple grupo del underground europeo.
Nergal es hoy una figura pública que ha recibido múltiples recriminaciones. Un genio del marketing que hace cuestionar la profundidad de sus convicciones anticristianas, pero eso es un debate para otro momento. Lo concreto es su liderazgo en la construcción de una banda que suena y se ve perfecta sobre el escenario y que, como se mencionó, exhibe una pesadez y pulcritud que pocas bandas pueden ostentar. El verdadero papa oscuro estaba comandando la noche y todos estaban rendidos a sus pies sin apelación. La interpretación de «Cursed Angel of Doom», la primera composición de la banda según Nergal, fue un guiño a sus fans más acérrimos y antiguos, demostrando que Behemoth ha consolidado una fidelidad con el público chileno que siempre responde a su llamado.
El cierre fue un éxtasis con «Chant for Eschaton 2000″, donde el fervor se hizo palpable y la intensidad creció hasta un clímax emocional. La marea humana no solo escuchaba, sino que era parte del rito, en un momento donde música y espiritualidad se confundían, para cerrar con el himno moderno de la banda, «O Father O Satan O Sun!», que coronó una noche increíble de metal blasfemo.
Al bajar las luces y terminar los últimos acordes, quedó claro que lo vivido esa noche fue más que música. Fue una experiencia que unió generaciones, estilos y territorios, cimentada en la pasión inquebrantable del público chileno y la entrega absoluta de tres bandas que saben cómo hacer vibrar almas oscuras. La noche fue un recordatorio contundente: el metal en su gama más oscura puede llenar grandes eventos y montar shows de gran calidad.
Setlist Nidhogg:
Narcissus
Mental Lycanthropy and the Calling of Shadows
Transilvania
Sic Luceat Lux
Wilczyca
Horda
Wyrocznia
Territory (Sepultura cover)
Setlist Deicide:
When Satan Rules His World
Carnage in the Temple of the Damned
Bury the Cross… With Your Christ
Behead the Prophet (No Lord Shall Live)
Once Upon the Cross
From Unknown Heights You Shall Fall
Sacrificial Suicide
Satan Spawn, the Caco-Daemon
Sever the Tongue
Trick or bretayed
In Hell I Burn
They Are the Children of the Underworld
Scars of the Crucifix
Dead by Dawn
Homage for Satan
Setlist Behemoth:
The Shadow Elite
Ora Pro Nobis Lucifer
Demigod
The Shit ov God
Conquer All
Blow Your Trumpets Gabriel
Ov Fire and the Void
Lvciferaeon
Bartzabel
Wolves ov Siberia
Once Upon a Pale Horse
Christians to the Lions
Cursed Angel of Doom
Chant for Eschaton 2000
O Father O Satan O Sun!
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