Chile TerrorFest, día 1: Una Noche para los devotos del caos

Teatro Caupolicán, 6 de diciembre 2025.

Por Ricardo Olivero.
Fotografías por Javier Martínez.

Santiago se transformó una vez más en un templo oscuro, y el infierno en la Tierra estaba a punto de desatarse en el Teatro Caupolicán. Era la noche inaugural del Chile TerrorFest, y el cartel estaba diseñado para los valientes: desde el caos local gestado en bodegas santiaguinas hasta figuras que definieron el metal extremo tal como lo conocemos. Fue una jornada que respiró tradición, audacia y un respeto absoluto por el poder de un escenario en llamas.

Hablamos de audacia porque la curaduría del Chile TerrorFest estuvo orientada a las hordas más militantes de la comunidad metalera; aquellas que sobreviven a los vaivenes de los tiempos y que reconocen trayectoria y consecuencia. Esto se plasmó en una selección de bandas que se erigen como muestras vivas del underground nacional e internacional, presentándonos a su vez a figuras fundacionales, los arquitectos de los sonidos extremos surgidos de las catacumbas del metal. Tenerlos a todos congregados en un mismo lugar fue, sin duda, un absoluto lujo.

Dentro de este compendio de metal extremo, sobresalieron dos actos principales: por un lado, la visita de los noruegos Mayhem, banda fundacional del black metal que nos visitaba celebrando nada más y nada menos que sus 40 años de trayectoria. Por otro, la presencia del genio Tom G. Warrior, quien revivió sus dos encarnaciones más relevantes e influyentes para la historia de la música extrema: Hellhammer y Celtic Frost. Una configuración que, insistimos, significó una jornada de culto para la comunidad metalera de nuestro país.

Abrir un festival de este calibre no es una tarea sencilla, pero Mayhemic ingresó con una seguridad que solo surge cuando una banda sabe exactamente quién es. Sin introducciones teatrales ni complicaciones: un torbellino directo de riffs filosos, baterías desbocadas y una presencia escénica que pareció multiplicar el tamaño de la banda. El grupo comandó el escenario con una mezcla de furia y control, ejecutando un black/thrash agresivo, moviéndose entre la brutalidad vocal y una expresividad física que arrastró a la audiencia. Hay algo en Mayhemic que grita Chile: ese caos ordenado, esa mezcla de suciedad y precisión, esa actitud de “vamos con todo o no vamos”.

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Su setlist estuvo cargado de material de su disco de 2024, Toba, destacando temas como la apertura con “Kollarbone crushed neanderthal”, “Extinction & mystery” y “Valley of the tundra”, reventando tímpanos en un listado de canciones enérgico y con gran personalidad. Más allá de su posición en el line up, la banda demostró que el talento chileno no solo está a la altura, sino que puede perfectamente marcar la pauta de una noche pensada para grandes nombres. El público ya instalado en el Teatro les brindó una calurosa despedida en su cierre con “Volcanic Blast”, dejándonos claro que la masacre había comenzado.

Si lo de Mayhemic fue un golpe frontal, E-FORCE apareció como una máquina temporal que arrastró al público hasta la etapa más áspera y menos comprendida de Voivod: la era del disco Negatron, esa época en que el metal experimental se volvió más industrial, más desconfiado del mundo. Eric Forrest, dueño de su nombre y de su historia, subió al escenario con la serenidad de quien no tiene nada que demostrar, pero sí mucho que expresar. Su interpretación fue un recordatorio de por qué su paso por Voivod marcó un quiebre estilístico tan claro: líneas de bajo aplastantes, un fraseo casi mecánico y una vibra que oscilaba entre lo punk y lo post-apocalíptico. La audiencia más joven miraba con curiosidad; los viejos fanáticos, en cambio, entendían perfectamente lo que estaba sucediendo. Forrest revisita Negatron no como un gesto nostálgico, sino como un acto de reivindicación. Y en el Chile TerrorFest, ese rescate histórico se sintió necesario y poderoso.

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Sonaron temas como “Rise”, “Insect” y el propio “Negatron”, entregando una versión completamente desgarradora, algo así como un Voivod más pesado y gutural, que sorprendió al público y se ganó una ovación. Fue una presentación sólida, distinta, que atesoramos haber presenciado, y que reafirmó la visión de la organización de orientar el festival a lo más clásico y fiel de la vieja escuela del metal.

La energía cambió al instante cuando Skeletal Remains tomó control del escenario. Lo de ellos es simple en teoría, pero monumental en ejecución: death metal clásico, sin adornos, con el espíritu de Chuck Schuldiner y Massacre acechando en cada riff. La banda sonó con una solidez brutal, de esas que no requieren discursos. Golpe tras golpe, mid-tempos que te hacen sentir el peso del mundo en las cervicales, y un sonido que no busca modernidad; busca eternidad.

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Temas como “Void of despair”, “Beyond Cremation” y “Relentless Appetite” resonaron con contundencia, mostrando hasta ese momento un festival versátil que rescataba la esencia de los sonidos clásicos del metal, pero con distinción. La banda oriunda de Los Ángeles, California, fue muy bien recibida por una fanaticada no menor, que lucía orgullosa las poleras y el merch del grupo. Skeletal Remains vino a recordar por qué el death metal funciona tan bien en vivo: porque es físico, comunitario y catártico. Y en esa hora, el público chileno demostró su reputación internacional como una de las audiencias más fieles y energéticas del circuito.

Llegar a Triumph of Death fue entrar en una clase magistral de historia del metal. Muchos de los presentes jamás imaginaron ver este proyecto en vivo; otros ni siquiera habían nacido cuando Hellhammer estaba redefiniendo lo posible en la primera mitad de los ochenta. Tom G. Warrior apareció con la solemnidad de un chamán. No posa, no necesita imponerse: la sola presencia de uno de los padres del metal extremo basta para alterar la atmósfera. Y desde el primer acorde, quedó claro que esto no era una banda tocando covers de Hellhammer; era la propia esencia de Hellhammer respirando nuevamente.

Los riffs primitivos, casi proto-black-metal, retumbaron con una crudeza intemporal. Warrior habló poco, pero cada palabra cargó décadas de historia, guerras internas y supervivencia artística. Su importancia para la constitución del metal es equivalente a la de figuras tan influyentes como Cronos de Venom o Quorthon de Bathory. De hecho, un tipo que es vegano confeso, que no consume alcohol ni drogas, que ostenta una serenidad y templanza que a veces escapa del molde de lo que uno esperaría de los padres de la música extrema, reflejó esa disciplina en el escenario. También la humildad de alguien que reconoció a mitad de concierto que cuando comenzaron su banda a principios de los ochenta, jamás hubieran imaginado tocar en un lugar como Chile, demostrando su cariño absoluto por el público y recibiendo una ovación de vuelta.

La matanza comenzó con “The Third of the Storms”, “Massacra” y “Maniac”, desatando el primer gran mosh del festival y no cesando hasta el final, que solo se intensificó con clásicos como “Chainsaw” de su demo de 1983 o temas como “Messiah” y “Vision of mortality” que llevaron a la locura a la gente, consciente de que estaba viendo historia viva del metal. Quedamos con ganas de más, pero la primera entrega de Tom G. Warrior emocionó a tal punto que solo queda ofrecer gratitud por tener de nuevo a una figura tan icónica del metal a nivel mundial.

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Y entonces, el telón se cerró para abrirse sobre la realeza. No hay manera de describir un show de Mayhem sin mencionar la teatralidad, la densidad, ese aire ritual que la banda domina como pocas en el mundo. Y esta vez, con 40 años de trayectoria sobre sus hombros, la celebración fue tan oscura como imponente. La puesta en escena fue un espectáculo completo: luces frías, sombras danzantes, túnicas, gestos ceremoniales y una meticulosidad estética que dejó claro que la banda no solo toca música, sino que crea atmósferas. El soporte visual que la agrupación trajo para repasar sus 40 años de trayectoria fue un material de lujo, una suerte de mini-documental que transcurría mientras la banda interpretaba su material. El set repasó distintas etapas de su historia, partiendo de lo más reciente y retrocediendo a su material más primigenio, que dio vida a una corriente mundial que persiste hasta el día de hoy.

Mayhem no es solo teatralidad; quienes conocen su historia saben que hablamos de una banda que (para bien o para mal) vivió en carne propia lo que profesaban, y no tuvieron miedo de contarlo en este viaje visual pasado y presente. Una banda que carga con suicidios que terminaron siendo portada de un álbum, procesamientos por iglesias quemadas y el asesinato entre compañeros, lleva a cuestas una historia de caos y oscuridad que pocas pueden decir que expresan genuinamente. Lo vivido fue precisamente eso: una jornada de culto que repasó la expresión caótica y vivencial de la que es, quizás, la banda de black metal más influyente en la historia de la música extrema.

Su setlist comenzaba con “Malum” y “Bad Blood” del disco Daemon, resaltando la interpretación de la figura ícono del underground mundial, Attila Csihar, que demostró una vez más ser una de las voces más oscuras y experimentales del black metal mundial. Personificando a un sacerdote saliendo del mismo infierno, hipnotizó a todo el público con sus guturales de minutos, gritos desgarradores y cantos gregorianos, dándole la categoría de liturgia negra al show que estábamos presenciando.

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Como ya mencionamos, la banda, con un trabajo visual refinado, nos transportó por el repaso de discos como Esoteric Warfare, Grand Declaration of War, Wolf’s Lair Abyss o Chimera, viajando hacia el pasado para llegar al momento cumbre de la noche: la interpretación de temas de su disco De Mysteriis Dom Sathanas, uno de los más influyentes en la escena black metal mundial, partiendo por el clásico de clásicos “Freezing Moon”, que hizo que el respetable se volviera completamente loco. Hellhammer en batería y Necrobutcher en bajo demostraron también su vigencia como miembros históricos de la banda, mostrando una solidez musical admirable para 40 años de trayectoria. Esto tuvo otro momento icónico, la interpretación de “Funeral Fog” con la voz grabada de su mítico y fallecido vocalista, el sueco Dead, que marcó un instante brutal y emotivo en el Caupolicán.

Pero la noche estaba para más sorpresas, porque el encore de la banda incluyó la presencia de músicos originales asociados al icónico disco Deathcrush. Así hicieron su entrada al escenario Manheim, baterista original, y Messiah, primer vocalista oficial, quien con pinta de skinhead, polera de los UK SUBS y actitud punk, desató la ira interpretando “Deathcrush” y demás clásicos de otro disco fundamental en la discografía de la banda. Todo terminó con el propio Messiah interpretando junto a Attila el clásico “Pure Fucking Armageddon”, mostrando la esencia de la banda: 40 años de puro caos que al parecer tienen cuerda para rato. Un final digno de los 40 años de una banda que cambió para siempre la percepción del metal extremo y un cierre sólido de la primera noche del Chile TerrorFest. Un gran marco de público, quizás no el esperado, pero que quedará plasmado para siempre en los asistentes y castigará a quienes no tuvieron fe y se perdieron uno de los grandes espectáculos de metal de este año.

Setlist Mayhemic:
Kollarbone crushed neanderthal
Extinction & mystery
Valley of the tundra
Triumph portrait
Toba
Shaking Ground
Volcanic Blast

Setlist E-FORCE:
Rise
Project X
Mercury
Nanoman
Planet Hell
M body
Meteor
Insect
Negatron

Setlist Skeletal Remains:
Void of despair
Beyond Cremation
Relentless Appetite
Catastrophic retribution
Congregation of flesh
Evocation
Unmerciful

Setlist Triumph of Death:
The Third of the Storms
Massacra
Maniac
Blood Insanity
Decapitator
Chainsaw
Reaper
Buried and forgotten
Agressor
Messiah
Vision of mortality
Triumph of Death

Setlist Mayhem:
Malum
Bad Blood
MILAB
Psywar
Illuminate Eliminate
Chimera
My Death
Crystalized Pain in Deconstruction
View From Nihil
Ancient Skin
Symbols of Bloodswords
Freezing Moon
Life Eternal
De Mysteriis Dom Sathanas
Funeral Fog (Con Dead en grabacion)

Encore:
Deathcrush (Con Messiah en vocals y Manheim en bateria)
Chainsaw Gutsfuck (Con Messiah en vocals y Manheim en bateria)
Necrolust (Con Messiah en vocals y Manheim en bateria)
Pure Fucking Armageddon (Con Messiah y Attila en vocals y Manheim en bateria)

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