7 de diciembre 2025.
Por Ricardo Olivero.
Fotografías por Javier Martínez.
La segunda noche del Chile TerrorFest golpeó el Teatro Caupolicán como un puñetazo seco, directo y sin advertencias. Mucho antes del primer riff, era evidente que el público había llegado hambriento después de la euforia vivida la noche anterior. Había hambre de ruido, de oscuridad, de velocidad, de esa electricidad visceral que solo el metal extremo sin concesiones sabe provocar. La organización —en manos de Anton, el staff de Mi Bar y Chargola— sintió un orgullo justificado por haber levantado este monstruo. Y lo confirmaron al cierre, sin rodeos: “Habrá segunda versión”. Tras lo presenciado, nadie en el recinto lo dudaba, y la esperanza oscura de que una curatoría tan particular como la de esta primera edición del Chile TerrorFest se repitiera en suelo nacional era palpable.
El arranque con Demoniac fue un acierto quirúrgico. Los chilenos subieron al escenario con la fiereza de quien ya no tiene nada que demostrar, sino todo que arrasar. Su mezcla explosiva de thrash con elementos de otras ramas del metal se sintió como un latigazo de melodías oscuras que el público respondió con un mosh inmediato. La banda no solo sonó afilada, sino también convencida, cargada de ese ímpetu característico de quienes han pisado escenarios internacionales y regresan con un ego sano y una técnica reforzada. No olvidemos que la agrupación ya ha llevado su sonido más allá de las fronteras; en 2024 se convirtieron en la primera banda chilena en participar del Hellsinki Metal Festival en Finlandia, un hito histórico para la escena nacional.

Su inicio con “The Trap” y “Death Comes” fue brutal, con un sonido impecable y una guitarra principal que simplemente sorprendía. Con “El lado oscuro de la rosa” presentaron material nuevo que consolida una vez más el lugar que se han ganado en el underground nacional e internacional. Demoniac ejecutó su set con precisión: guitarras que se cruzaban como espadas, una batería implacable, un bajo que retumbaba en el estómago y un frontman que encendía a la multitud con un solo gesto. La inclusión atrevida de un clarinete en la ejecución de sus temas confirmó su propuesta audaz. La sorpresa generalizada fue presenciar un sonido que pasó del underground al nivel profesional sin escalas. Abrieron la noche como un puñetazo, dejando la vara altísima. Antes de cerrar con “Obra Cósmica”, agradecieron al público de regiones como Valparaíso o Arica, reconociendo —como banda proveniente de Limache— el doble esfuerzo que deben realizar las agrupaciones de provincia en nuestro país. Demoniac sigue creciendo, y eso nos alegra.
Si Demoniac fue el grito del presente, Atomic Aggressor fue el rugido del pasado que nunca se apaga. Los veteranos salieron con esa seguridad visceral que solo pueden tener las bandas que han sobrevivido a décadas de trayectoria. La historia de la agrupación es conmovedora: fundados en Chile en 1985, editaron su primer demo, el reconocido e influyente trabajo de 1989, Bloody Ceremonial. Es un orgullo que una banda que estuvo en el underground mundial mucho antes que muchas otras, haya sido parida y criada en los gimnasios y galpones del Chile de los ochenta.

Su participación funcionó como un puente generacional, un recordatorio de que el metal chileno tiene profundas raíces. El público respondió como si saludara a viejos guerreros que jamás han traicionado su causa, y recibieron con entusiasmo el anuncio de un nuevo álbum que verá la luz a principios de 2026. Aunque la banda bromeó con haberse tomado su tiempo (más de una década) en editar nuevo material, demostraron seguir vigentes y con ganas de entregar el Death Metal más crudo y ancestral engendrado en nuestras tierras. Su inicio con “The Primal Chaos” y “Bleed in the Altar” destrozó los tímpanos inmediatamente. Temas como “Sights of Suffering”, de su álbum homónimo de 2015, o el cierre con el clásico “Beyond Reality”, reafirmaron que Atomic Aggressor es una banda de relevancia mundial. Esperamos que sigan con larga vida, llevando a lo más alto el estandarte del metal nacional.
La llegada de Sacrifice al Caupolicán saldó una deuda histórica. Durante años se habló de ellos como un culto del thrash: influyentes, brutales, pero siempre fuera del radar mainstream. Su debut en Chile no solo estuvo a la altura, fue devastador. Los canadienses subieron al escenario con el filo intacto, como si el tiempo no les hubiera pasado, cumpliendo así el anhelo de sus fans más acérrimos que casi se habían resignado a no verlos en vivo en nuestro territorio. Lo más llamativo fue su energía: compacta, veloz, sin fisuras. Su thrash era puro músculo, pero ejecutado con inteligencia, con transiciones bien marcadas y una entrega total de cada miembro. El público chileno, tan acostumbrado a vivir este género con intensidad, los recibió como si siempre hubieran sido parte del paisaje local. Hubo circle pits inmensos, coros espontáneos y una ovación que claramente tomó por sorpresa a la propia banda. Si Sacrifice venía a demostrar algo, lo lograron en treinta segundos con el inicio de “Forward to Termination/Terror”, que desató la locura en el Caupolicán.

Su álbum de 2025, Volume Six, es una muestra devastadora de la vigencia de la banda y tuvo espacio en el setlist con temas como “Comatose” o “Underneath Millennia”. Fue un show intenso y de extensa duración, sacándose los años de espera de venir al país que registra el mayor nivel de escuchas y reproducciones de sus trabajos en distintas redes sociales. Superando con éxito algunos problemas técnicos ocurridos durante su presentación, la banda se mostró inalterable y coronó con un clásico histórico de su repertorio como “Reanimation”, cerrando un espectáculo que fue un lujo y un privilegio presenciar. Espero que esto marque la primera de muchas visitas del conjunto a nuestro país, pues no cabe duda de que las hordas metaleras quedaron con ganas de más de esta banda totalmente subvalorada que demostró con creces su estatus de culto.
Triptykon apareció entre luces bajas, humo blanco y una tensión casi mística. Tom G. Warrior entró nuevamente como un sacerdote oscuro decidido a abrir un portal. Cada persona en el Caupolicán sabía que estaba a punto de vivir una evocación, no solo un show. El cuarteto ejecutó un listado de canciones de revisiones de los clásicos de Celtic Frost, provocando gritos salvajes y momentos de silencio reverente.

El comienzo con “Circle of the Tyrants”, “The Usurper, Return to the Eve” e “Into the Crypts of Rays” fue uno de los arranques más avasalladores que hemos presenciado. Triptykon es una banda con una ejecución musical sólida y brutal, que hace parecer que el espíritu de Celtic Frost reencarnó y los revitalizó. Era historia pura que, por segunda vez en nuestro país, se desarrollaba ante nuestros ojos. La influencia del grupo es inconmensurable: bandas de metal, black, punk y doom los reconocen como influencia directa en su origen, mostrando la versatilidad que alcanza su música en el circuito extremo. Con “Procreation of the Wicked”, otro clásico ineludible, pasaron a su lado más denso, lento y oscuro, transportándonos del frenesí a la hipnosis con temas como “Sorrows of the Moon” o el cierre con “Synagoge Satanae”, un verdadero culto oscuro del que todos fuimos partícipes. La interpretación de “Dethroned Emperor” o “Necromantical Screams” mostró que la banda no se guardó nada y nos ofreció un espectáculo difícil de olvidar. Era imposible no sentir el peso de la historia en cada nota. Cuando los primeros acordes de uno de los himnos de Celtic Frost retumbaron en el recinto, el Caupolicán estalló como una erupción volcánica. Triptykon entregó un cierre impecable, intenso y absolutamente monumental para la primera versión de este festival de música extrema.
La producción general fue fluida, sólida y efectiva. Se notó la experiencia en las manos de Anton (Pentagram y Criminal), el equipo de Mi Bar y Chargola. Chile Terrorfest cerró su segunda jornada con la sensación de haber iniciado algo importante: una marca que puede crecer, consolidarse y convertirse en un referente. Si la promesa de una segunda versión se cumple, será difícil superar lo vivido en este capítulo, pero no imposible. Y esa, precisamente, es la magia que dejó en el aire: alta expectación, y el cuello preparado para seguir recibiendo golpes.
Setlist Demoniac:
The trap
Death comes
El lado oscuro de la rosa
Equilibrio fatal
Granada
Obra cósmica
Setlist Atomic Aggressor:
The primal chaos
Bleed in the altar
Spawn of doom
Unholy temple
Dwellers of the unknow
Bloody ceremonial
Souls degradation
Sights of suffering
Tormenting voices
Unbodied rites
Beyond reality
Setlist Sacrifice:
Forward to Annihilation/Terror
Hiroshima
In defiance
Sacrifice
Turn in your grave
Comatose
Antidote of poison
Soldiers of misfortune
Lunar Eclipse
Pyrokinesis
The great wall
Underneath Millennia
Homicidal Breath
Necronomicon
Forever Enslaved
Afterlife
Reanimation
Setlist Triptykon:
Circle of the Tyrants
The Usurper
Return to the eve
Into the Crypts of Rays
Procreation of the Wicked
Ground
Sorrows of the moon
A Dying God Coming Into Human Flesh
Dethroned Emperor
Necromantical screams
Synagoga Satanae
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