15 de diciembre 2025.
Por Eliseo Muñoz.
Fotografías por Francisco Aguilar A.
La Catedral de las Artes, el Teatro Municipal de Santiago, recibió en la calurosa tarde del lunes 15 de diciembre al legendario baterista, compositor y productor Stewart Copeland. El cofundador de The Police es también gestor de múltiples proyectos musicales en cine, televisión e incluso videojuegos, como el clásico Spyro The Dragon. En esta ocasión, nos visitó con su gira “Police: Deranged for Orchestra”, una propuesta donde reimagina y transforma los clásicos de su banda madre en formato orquestal, acompañado por más de 20 músicos.
Desde temprano, los asistentes ocuparon sus puestos en el recinto de Agustinas. El teatro, solemne y majestuoso, acogió a los visitantes en sus asientos de terciopelo rojo, bajo la vigía de la lámpara de cristales, tras recorrer sus laberínticas escaleras. Poco después de las 20 horas, las luces se atenuaron y el movimiento del telón reveló a la Orquesta de Cámara de Santiago, dispuesta con múltiples instrumentos de cuerda, viento, bronces y percusiones. La orquesta estaba bajo el comando del director argentino Nico Sorín, quien desde su micrófono advirtió que “no son necesarias las presentaciones” al referirse al inquieto Stewart Copeland.
El baterista entró rápidamente en escena entre aplausos y ovaciones. Saludó al público cariñosamente con un improvisado “chi chi lele”. Su personalidad genuina y divertida cautivó a los presentes, que disfrutaron de sus travesuras en el escenario. Copeland afirmó que Santiago es conocido mundialmente como la capital donde el público canta más fuerte, y quiso vivirlo y confirmarlo en persona. Además, agradeció efusivamente a Sting y Andy Summers, sus compañeros de The Police, con quienes inmortalizó el legado musical.
Stewart llegó acompañado del grupo trasandino Eruca Sativa, que lo sigue a lo largo de su gira latinoamericana, aportando toques de funk en la guitarra (Luisina Bertoldi), bajo (Brenda Martin) y, en algunos momentos, en la batería (Gabriel Pedernera). La música comenzó con “Demolition Man”, “King of Pain” y “Roxanne”, cada una deconstruida y difícil de reconocer en un primer momento, pero vibrante a su propia manera. La conversión musical generó un divertido ejercicio al tratar de identificar las métricas y la canción, aunque la duda se disipaba rápidamente al inicio del segmento de las coristas.
En “Murder By Numbers”, el protagonismo inicial fue del equipo de bronces, que al son del saxofón, cobijaron el canto y las percusiones de la orquesta. Stewart se encargó de mantener el groove constante, atacando la batería con precisión quirúrgica, con la baqueta izquierda apoyada sobre su muñeca. El ejercicio de deconstruir las canciones —desatar los cabos que erigen sus bases, estirar los hilos hasta convertirlos en soportes para edificar un puente y experimentar sonidos desde una nueva perspectiva— es fruto de años de trayectoria, experiencia e ingenio. Gracias a su participación en proyectos diversos, Copeland ha aprendido los lenguajes que conforman el imaginario sonoro, que, canalizado esta vez en una orquesta, abre una nueva puerta al mundo ya conocido.
Para “One World (Not Three)”, Stewart advirtió que era el momento de que la batería brillara. Acompañado por las percusiones de la orquesta y el siempre presente bajo de Brenda Martin, el ritmo inicial se mantuvo con los tintes del reggae rock original. Copeland demostró que las baquetas no solo sirven para tocar, pues, baqueta en mano, se levantó del sillín para reclamar el podio del director y dirigir “The Equalizer Busy Equalizing”. En medio de saltos y bailes, condujo y revoloteó enérgicamente por el escenario. La energía cambió para recibir “Every Breath You Take”, que lentamente llenó un lienzo de colores tenues. El pincel de los bronces cargó la emoción en la nostalgia, dedicando la canción a las mujeres presentes en la velada.
La euforia regresó con “Message In a Bottle” y “Don’t Stand So Close to Me”, canciones alegres y potenciadas por la fortaleza del trío de coristas, quienes protagonizaron el lado izquierdo del escenario. Luego, guitarra en mano, Stewart pasó la antorcha a las chicas de Eruca Sativa para interpretar su canción “Magoo”, potente en funk. Brenda palmeteó fuertemente las cuerdas del bajo, slapeando el ritmo que Lula reafirmó con su potente voz y la agresiva batería de Gabriel.
La velada se acercaba al término. Las coristas pasaron al frente del escenario para interpretar “Every Little Thing She Does Is Magic”, buscando su momento de estrellato. Repentinamente, el centro de Santiago sufrió un apagón. Para sorpresa de la banda y los asistentes, nada pudo apagar la fiesta en el recinto: la fanaticada continuó cantando como si nada, acompañada por la incesable batería de Stewart, que no dejó de tocar en ningún segundo. Un final de aquellos, sin duda anecdótico, que buscó siempre disrumpir en lo establecido.
Setlist:
Demolition Man
King of Pain
Roxanne
Murder by Numbers
Spirits in the Material World
One World Is Enough
Walking on the Moon
The Equaliser Busy Equalising
Every Breath You Take
Orc Jam
The Bed’s Too Big Without You
Don’t Stand So Close to Me
Message in a Bottle
Can’t Stand Losing You / Reggatta de Blanc
Magoo (Eruca Sativa)
Every Little Thing She Does Is Magic

